Pero Cuando tú te fuiste apareció el. Sólo te miró y el te seguía. Sus
ojos eran dos candeleros color llama de fuego. Desapareció entre la multitud.
Al llegar al portal su mano se posó en tu hombro, te diste la vuelta y allí
estaba él. Con su aguijón, cadavérica cara y su capucha negra. Tenía tu nombre
en sus manos. Sudaste al presagiar tu muerte. En silencio diste vueltas a la
llave y entraron a la casa. Y él te dijo con sus azulados labios En unas
horas no vivirías. Le pediste tiempo para arreglar tus cuentas, el dijo no, Ya
llego tu hora debes reconocerlo lo debiste pensar antes, te llevo al pasado y
como llorabas porque nada hiciste a tus familiares nunca tu buscaste, ahora
morirás en silencio, te diste la vuelta en la escalera gritaste en voz alta: “no
quiero morir ” nadie te escucho. Bajó los ojos y dijo lo siento es tu
hora ya lo mucho que tienes lo que almacenaste todo quedara” soy el
príncipe de la muerte y la Soledad”.
Brayner
Abrahán Gomez Báez
No hay comentarios.:
Publicar un comentario